El arsénico inorgánico de depósitos minerales naturales es un verdadero contaminante del agua potable, que no debe superar ciertos parámetros para que se pueda consumir por humanos.
Los especialistas asocian la exposición a determinados niveles de arsénico con el desarrollo de cáncer, pero un reciente estudio de pequeño tamaño ha encontrado una pista que relaciona la exposición al arsénico con la diabetes tipo 2.
Más allá de la reducida muestra que quita validez científica a los datos arrojados por el presente estudio, se sabe que 13 millones de personas en los EEUU viven en áreas dónde la concentración de arsénico en el agua potable supera los límites recomendados.
Además, investigaciones en animales hallaron que las elevadas concentraciones de arsénico afectan el mecanismo de la glucosa e insulina, factores claves en el desarrollo de diabetes tipo 2.
Incluso, otros trabajos realizados en Taiwán, Bangladesh y México han relacionado este mineral con la prevalencia de diabetes.
Los resultados del reciente estudio estadounidense suman pruebas a esta asociación por haber encontrado que las personas con diabetes tipo 2 tenían un nivel de arsénico total en orina un 26% superior que aquellos que no padecían diabetes.
El hallazgo debe abrirnos los ojos respecto al agua que consumimos bajo el nombre de “potable”, ya que aunque no esté comprobada la toxicidad de algunos compuestos, éstos pueden incidir en el desarrollo de enfermedades si superan los mínimos seguros establecidos en el agua para consumo humano.
Las principales fuentes alimentarias de arsénico son el agua potable y los alimentos contaminados, por ello, se debe prestar atención, sobre todo, al origen del agua que consumimos que es la base de la cocción de muchas preparaciones y el líquido principal en nuestra dieta.
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